Y ellas lo saben.
Creo que jamás volveré a hacerlo tan bien como cuando estaba allá lejos, tranquila y sin preocupaciones que me dejaban dormir por las noches, mientras la luna amarilla me protegía de todo.
Y él no existía en mi cabeza, si en mis pensamientos escondidos entre recuerdos de alguna vez.
Y él entro en mi cabeza y se quedo a vivir, entre palabras que me roban la sonrisa y me la dan a la vez. Se llevo frases, cuentos y otras palabras que no existían hasta que apareció.
Pero no le confesé mi amor por temor.
Miedo.
Cobardía.
Al igual que esas palabras que escondo muy bien para que nadie las vea.
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