Es un final, un olvido natural. Mis uñas ya no existen y no siento mis anillos porque en medio de la noche entre el dolor los arroje al costado de mi cama.
Solo sucede en la mano derecha, solo sucedía en invierno. Mis pastillas la curaban, ahora ni eso, ni nada la alivia. Es una tortura indemostrable, privada, personal. Es el no a mi escritura, a intentar agarrar un lápiz y no poder, a usar la mano izquierda por mas que hasta no pueda y a intentar escribir la a de su primer nombre, de su segundo nombre y no poder hacerlo, porque no me sale, porque de apoco me olvido el escribir, el maravilloso arte de unir letras, formar palabras, juntarlas y armar frases...no, me duele el agarrar una lapicera, tecleando botoncitos, mis dedos se desarman y mi mundo se muere despacito.
Y así cierro los ojos y empiezo a olvidar, porque mis dedos murieron y con ella mis frases escritas en la pared...
La lágrima vuelve a caer...mi almohada esta húmeda...ya es vano querer.
Etiquetas: Escritos antes de cenar